Bendita pasteurización

Cualquiera diría que unos artesanos del queso que trabajan con leche cruda (leche no pasteurizada) podría elogiar el proceso de pasteurización, raro, ¿no?, pues si te lo parece es porque no conoces un proceso muy habitual en la higienización de alimentos (líquidos y sólidos) y lo más importante, ¡desconoces una parte esencial en la elaboración de nuestros quesos frescos!. Sigue leyendo y en unas pocas frases y de manera sencilla entenderás la importancia de este proceso.

Nuestro queso fresco

queso fresco vaca

En la elaboración de nuestros quesos no utilizamos más que leche fresca de una única ganaderia de confianza, cuya alimentación y cuidados son casi familiares, transportada y transformada en queso de manera diaria.

En nuestras instalaciones se pasteuriza, se añade cuajo natural y sal y en unas pocas horas está listo para su consumo. Recuerda que en La Verea Andaluza no usamos ningún conservante (como la lisozima procedente del huevo, (muramidasa o E1105)) ni antifúngicos (natamicina, E235) como se hace habitualmente en la gran industria para lograr mayor durabilidad del producto. La Verea Andaluza es queso fresco, de elaboración diaria con un sabor a pura leche fresca inigualable: menudo orgullo escribir estas palabras.

La pasteurización 

La pasteurización es un proceso alimenticio en el cual se incrementa la temperatura de un producto líquido a un nivel apenas inferior al necesario para su ebullición, para luego ser enfriado con gran rapidez. Con la pasteurización se logra reducir los microorganismos presentes en el producto lácteo sin que esto afecte (demasiado) a las características previas de la leche.

 

La palabra pasteurización viene del apellido del francés Louis Pasteur, científico que llevó a cabo este proceso por primera vez en abril de 1864 junto a Claude Bernard. Químico, bacteriólogo e inventor, entre sus grandes logros se encuentra este proceso de preparación de alimentos, que favoreció el crecimiento de la industria agroalimentaria, y el desarrollo de una vacuna contra el ántrax y la rabia. Fundador de la microbiología y pionero de la medicina moderna, el trabajo que empezó Pasteur sigue salvando millones de vidas en todo el mundo.

La temperatura de pasteurización es inferior a los 100ºC ya que temperaturas más elevadas afectan de manera irreversible a las características fisicoquímicas del producto. En el caso de alimentos líquidos, la temperatura tendría que situarse sobre los 72ºC y 85ºC durante 20 segundos y el los alimentos envasados entre los 62ºC y los 68ºC durante periodos más largos de tiempo, unos 30 minutos. Con la aplicación de esta técnica se puede aumentar la vida útil de los alimentos varios días, como es el caso de la leche, hasta varios meses, como es el caso de los alimentos envasados o embotellados.

La intensidad en la que se desarrolla el tratamiento de pasteurización viene determinada por el microorganismo más resistente. Hay dos tipos de procesos de pasteurización: el primero es el que somete el producto a altas temperaturas en un breve periodo de tiempo y se usa en los líquidos a granel como la leche, zumos de fruta o cerveza. El segundo tratamiento, denominado ultra-altas temperaturas (UHT), es un proceso de flujo continuo y la temperatura utilizada es más elevada que en el primer proceso, puede rondar los 138°C durante un periodo de dos segundos. Es adecuado para alimentos líquidos un poco ácidos, como los zumos de frutas y zumos de verduras. 

Factores que afectan el proceso

No todos los alimentos responden igual al tratamiento. Algunos factores pueden afectar, de manera positiva o negativa, a la eficacia del proceso. El más representativo es la acidez del producto, que determina la supervivencia del patógeno. En la pasteurización conviene trabajar con pH bajos. Por debajo de un pH de 4,5 las bacterias no pueden crecer, de ahí que el tratamiento puede ser más suave y las características organolépticas no se ven tan afectadas. En alimentos con un pH más elevado es necesario un tratamiento con una temperatura también más alta, como es el caso de la leche, las verduras, la carne o el pescado. 

Otro factor son los organismos más resistentes y más difíciles de eliminar, como Bacillus cereus, que son capaces de sobrevivir a baja temperatura. Sin embargo, esta resistencia depende del pH del alimento o de su actividad de agua. Si se controlan estos parámetros, puede controlarse la resistencia.

La capacidad calorífica puede afectar también al rendimiento de la pasteurización. Aquellos que necesitan más energía para aumentar su temperatura, necesitan un proceso más severo que aquellos que aumentan de forma rápida la temperatura.  

Efectos sobre los alimentos 

Al tratarse de un tratamiento térmico, son inevitables algunas alteraciones en las características tanto físicas como químicas de los alimentos, como el color o el aroma. En los zumos de frutas puede aparecer pardeamiento enzimático, un oscurecimiento del color del alimento o, en el caso de la leche, debido a la homogeneización (reducción de los glóbulos de grasa), pueden aparecer diferencias en el color blanco.

El aroma también puede alterarse. En los zumos pueden aparecer importantes pérdidas, de ahí que algunas industrias disponen de sistemas de recuperación de aromas para solventar las pérdidas. En la leche, la eliminación de aroma es beneficioso ya que, de esta manera, desaparece el olor a heno. Las vitaminas sufren también alteraciones, aunque son mínimas y casi inapreciables.

Nuestros pasteurizados semicurados 

Habitualmente elaboramos unos quesos semicurados de más de un mes de curación: a las 5 pimientas, hierbas provenzales, tomate seco y orégano y natural. Todos llevan las especias en su interior por lo que cada bocado está lleno de sabor y el natural tiene un sabor delicado que da tanto juego que permite pasarlo por el  horno y tomarlo de manera similar a un provolone. Delicias que te permiten hacer una tabla degustación digna de un restaurante gourmet.